Una de las mayores dificultades que se presentan en el curso del tratamiento de las personas anoréxicas consiste en su problemática relación con la alimentación, hecho que les puede conducir a estados graves de inanición cercanos a la muerte e incluso a morir. No se trata de que las anoréxicas busquen su propia muerte, sino más bien pretenden la desaparición de su propio cuerpo del que tratan de desprenderse a cualquier precio. En realidad, el rechazo a alimentarse es la “solución” que han encontrado en un intento desesperado de sobrevivir a la perturbación emocional contra la que luchan sin cesar. Únicamente desprendiéndose de su cuerpo sienten que es posible librarse de una presencia que les invade y de una subjetividad preñada de un vacio insondable que ha surgido en la relación con este Otro. En este sentido, podemos entender la anorexia como una lucha por el amor, por la propia vida, para ser, para existir como seres singulares y únicos, como personas queridas en su individualidad y características propias.
Palabras clave:
Muerte,
cuerpo,
Alimento,
anorexia,
síntoma.
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Los escritos psicoanalíticos recientes han implicado un esfuerzo por reintegrar el cuerpo y la experiencia corporal en nuestra comprensión de la construcción de la mente. Esta integración es crítica para el psicoanálisis ya que, como está cada vez más claro en la ciencia, el cerebro físico, el órgano que experimenta el cuerpo y la mente son uno. Como ha señalado Kandel (2013), “la psicoterapia es un tratamiento biológico, una terapia cerebral. Produce cambios físicos duraderos y detectables en nuestro cerebro”. Sin embargo, ¿podemos volver al cerebro, al cuerpo, a la materialidad, a tratar de encontrar nuestras mentes en el cuerpo sin volver a una integración psicoanalítica fundamental de la centralidad absoluta de la sexualidad en nuestro desarrollo mental? ¿No debe ser un nuevo psicoanálisis relacional el que tenga en cuenta el cuerpo en la mente y que también tenga en cuenta la comprensión convincente de Freud de nuestra experiencia sexual en el núcleo y los límites de nuestros mundos relacionales? En este artículo exploraremos algunas de las formas en que la sexualidad individual, la huella de la persona, incorpora todo el potencial de la experiencia humana en nosotros mismos y en la relación: lo pulsional y la rendición; los límites de la pasión y la violación; la paradoja de la relación y la disociación; la sintonía y el deseo personal. Nuestro enfoque será sobre la sexualidad en las poderosas interacciones que cambian el cerebro, entre pacientes y terapeutas, en el proceso de tratamiento.
Palabras clave:
Sexualidad,
Contratransferencia,
cuerpo,
Mente,
huella sexual,
metáfora,
neutralidad experiencial
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Los chicos y las chicas, apenas post pubescentes han estado preparando sus cuerpos desde la guardería para su posterior entrada en la adolescencia. Y es que la manera en que la madre se relacionó con el cuerpo del bebé, tendrá una profunda influencia en la materialización del cuerpo de éste. En todas partes, a nuestro alrededor, la visibilidad del cuerpo adolescente es ubicua. Los cuerpos y partes del cuerpo se representan como mercancías. La individualidad está confinada. El imperativo es parecer un duplicado de los cuerpos que se proponen en la cultura visual. La libertad psíquica es buscada mediante transformaciones físicas. Los adolescentes de hoy están creciendo con una no-corporalidad. No tienen cuerpos estables.
Palabras clave:
Apego,
Cultura.,
Adolescente,
cuerpo,
madre
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La tesis que Susie Orbach presenta es preocupante, aunque realmente verdadera. Algo sucede en nuestra sociedad que tiene un impacto en la vivencia de los/las adolescentes de sus propios cuerpos, algo que complica tareas que son un reto en sí mismas; la tolerancia e integración de cambios muy notables de su cuerpo en un periodo de tiempo muy breve, un tiempo ya muy cargado de retos sociales, emocionales e intelectuales. Las ideas de Orbach ejemplifican la inmanencia, un concepto importante para las teorías relacionales. Se refiere a aquellas cualidades que se puede suponer que están presentes, aun cuando no se puedan localizar específicamente. Los adolescentes más vulnerables a la comercialización y “objetificación” de sus cuerpos son aquellos cuyos vínculos con sus figuras parentales resultan en su gran mayoría, inseguros y desorganizados. Por otro lado, en este trabajo se aborda la manera en que las criaturas llegan a la adolescencia después de haber sido abrumadas durante años con la importancia de la sexualidad y del atractivo sexual. Y también del papel clave de Internet en el cambio de cómo son introducidos en la sexualidad los/las adolescentes, y de cómo se representa el sexo.
Palabras clave:
Adolescente,
cuerpo,
Cultura,
inmanencia,
figura de apego.
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La autora centra esta discusión en dos aspectos concretos: la sexualidad como un lugar de concretización del cuerpo adolescente y la parentalidad como extensión del concepto de maternidad. Ya no se puede seguir considerando a las madres como las únicas responsables del desarrollo de sus criaturas, sino que el desarrollo tiene lugar en un contexto. La maternidad es una tarea demasiado grande para una persona sola y las madres necesitan, quieren y piden apoyo (de sus parejas, de la familia extensa, de ayuda contratada,…), por esto hablará de parentalidad. En cuanto a la tarea compleja de la sexualización, tanto para los chicos como para las chicas, considera que se centra en 1) la relación con la propia corporalidad –el surgimiento de la genitalidad y del deseo sexual; 2) asumir una identidad de género; 3) la relación con el otro (o el mismo) sexo, y, eventualmente, la elección, o hallazgo, del objeto de amor.
Palabras clave:
Parentalidad.,
cuerpo,
Adolescencia,
Sexualización
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