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El Tercero. Reconocimiento (Jessica Benjamin, PH. D.). 

 

Este artículo es una exploración de la importancia del reconocimiento, y completa clínicamente algunas ideas previas que he desarrollado sobre el reconocimiento, el tercero y la intersubjetividad. Pongo énfasis en el papel que juega el reconocimiento en la ruptura y la reparación. Trato de mostrar por qué la comprensión explícita del terapeuta sobre su propia contribución es vital para recuperar la regulación de estado en ambos miembros de la diada y para restaurar el rol del terapeuta como testigo. El reconocimiento del daño sufrido, o incluso causado por uno mismo, restablece la posición del testigo que puede soportar el conocimiento de lo que es el dolor. Esta postura es esencial para recrear el sentido de un universo lícito en el que sabemos que algunas cosas no están bien, si bien ocurren. Es increíble lo tranquilizador que resulta y cuánto más cohesionado se siente uno, cuando se valida que nuestro sentimiento es correcto, o que algo mal no está precisamente bien. Pero además, el testigo sirve como un representante de lo que yo llamo el tercero lícito, que contrarresta la pérdida desesperanzada de agencia, la impotencia, que una víctima siente cuando está rodeada de negación o disociación, y es incapaz de tener algún impacto en o de ser escuchada por un otro. Ya sea el testigo fallido un miembro de la familia, como en un trauma personal, o la comunidad mundial, como en los traumas colectivos, este fracaso puede contribuir tanto a la impotencia post-traumática como lo hacen los propios eventos.

 

Palabras clave: intersubjetividad, Terceridad, Reconocimiento., Tercero Comentarios (0) RSS comment feed  Article Rating

Comentario a “El Tercero. Reconocimiento” de J. Benjamin (Carlos Rodriguez Sutil) 

El psicoanálisis relacional no es comprensible sin el fundamento de una perspectiva externalista, contraria a la mente aislada y crítica ante la separación ontológica “interior-exterior”. Comenta Benjamin que la relación con el tercero tampoco está meramente dentro de la mente del terapeuta. Si, en respuesta a la sobreexcitación del paciente, el terapeuta se retrae del ritmo de la regulación mutua, y elabora desde una observación distanciada y aseguradora, el paciente puede sentirlo; las formulaciones o reflexiones del terapeuta se convierten en “falsas” y son vividas por el paciente como persecutorias. A menudo somos tanto la solución como la causa de las mismas heridas que el paciente ha venido a curar. Se podría entender como una repetición, un enactment, inevitable, que parece que el propio paciente está esperando. El enactment es la ocasión también para la reparación del trauma, reaparación que siempre es relacional. Afirma Benjamin que el ideal del terapeuta como “contenedor completo”, aislado, tratando de evitar el enactment a toda costa, se convierte en realidad en un vehículo de disociación o escisión. El terapeuta que no sea capaz de reconocer sus errores y reacciones así como la justificación de las reacciones del paciente, lo desconcierta, precisamente de la misma forma en que fue desconcertado de niño, y por lo tanto engendra impotencia en la relación misma que debería promover agencia y responsabilidad. Benjamin destaca la falta de coerción y omnisciencia de parte del terapeuta relacional, lo que permite al paciente tener espacio para desarrollar su propia subjetividad.

 

Palabras clave: Enactment, Mente aislada, Retraumatización, Reconocimiento. Comentarios (0) RSS comment feed  Article Rating