En este trabajo se hace una aproximación relacional y procesal hacia el cuerpo, en el contexto psicoterapéutico. El cuerpo se entiende como la base desde la cual interactuamos; a la vez, esas interacciones van construyendo prácticas corporales y estructuras biológicas. Esto significa que nuestra interacción está dada corporalmente, nuestra forma de estar con otros se manifiesta en miradas con sus matices, intensidades y tiempos, ritmos respiratorios, tonalidades musculares y gestuales... Hay una danza implícita que sostiene mucho más de lo que somos capaces de iluminar con las palabras. Por otra parte, la forma encarnada de estar de un sujeto está posibilitada por el entramado vincular presente y la historia interaccional vivida. Por ejemplo, la emergencia de una emoción no se puede aprehender sin considerar el contexto relacional que la permite. No podemos entender al cuerpo sin el vínculo que lo hace posible y vice versa. Estos entramados en curso de corporalidad y vincularidad conllevan que sea este proceso de relacionarnos encarnadamente, el que forme estructura tanto biológica (por ejemplo conexiones cerebrales) como prácticas corporales/interaccionales que se rigidizan y automatizan. Luego de explorar esta perspectiva relacional/procesal vamos a contrastarla con visiones psicoterapéuticas con supuestos esencialistas y mecanicistas, resaltando cuando estos supuestos también aparecen en teorías relacionales.
Palabras clave:
Vínculo,
cuerpo,
enfoque procesal,
prácticas corporales,
estructura
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