Comentario a “El Tercero. Reconocimiento” de J. Benjamin (Carlos Rodriguez Sutil) 

Resumen:

El psicoanálisis relacional no es comprensible sin el fundamento de una perspectiva externalista, contraria a la mente aislada y crítica ante la separación ontológica “interior-exterior”. Comenta Benjamin que la relación con el tercero tampoco está meramente dentro de la mente del terapeuta. Si, en respuesta a la sobreexcitación del paciente, el terapeuta se retrae del ritmo de la regulación mutua, y elabora desde una observación distanciada y aseguradora, el paciente puede sentirlo; las formulaciones o reflexiones del terapeuta se convierten en “falsas” y son vividas por el paciente como persecutorias. A menudo somos tanto la solución como la causa de las mismas heridas que el paciente ha venido a curar. Se podría entender como una repetición, un enactment, inevitable, que parece que el propio paciente está esperando. El enactment es la ocasión también para la reparación del trauma, reaparación que siempre es relacional. Afirma Benjamin que el ideal del terapeuta como “contenedor completo”, aislado, tratando de evitar el enactment a toda costa, se convierte en realidad en un vehículo de disociación o escisión. El terapeuta que no sea capaz de reconocer sus errores y reacciones así como la justificación de las reacciones del paciente, lo desconcierta, precisamente de la misma forma en que fue desconcertado de niño, y por lo tanto engendra impotencia en la relación misma que debería promover agencia y responsabilidad. Benjamin destaca la falta de coerción y omnisciencia de parte del terapeuta relacional, lo que permite al paciente tener espacio para desarrollar su propia subjetividad.

 

Palabras clave: Enactment, Mente aislada, Retraumatización, Reconocimiento.

Abstract:

Relational psychoanalysis is not understandable without its foundation on an externalist perspective, contrary to the isolated mind and critical of the ontological separation "inside-outside". Benjamin says that the relationship with the third not only resides in the mind of the therapist. If, in response to the excitement of the patient, the therapist retracts from the pace of mutual regulation, and draws from a vantage point of distant and secure observation, his/her formulations become "false" and are experienced by the patient as persecutory. We are often at the same time the solution and the cause of the same injuries that the patient should be cured. All this may be understood as a repetition, as an inevitable enactment that apparently the patient is waiting for. But the enactment also provides an opportunity to repair the trauma; repair is always relational. As Benjamin says, the ideal of the therapist as an isolated and complete “container”, who is trying to avoid at all costs the enactment, becomes a vehicle of dissociation or splitting. When the therapist is not able to recognize his/her own errors and reactions as well as the justification of the patient’s reactions baffles him/her, precisely the same way he/she was baffled as a child, and therefore engenders helplessness in the very relationship that should promote agency and responsibility. Benjamin highlights the lack of coercion and omniscience of the relational therapist, enabling the patient to have space to develop his/her own subjectivity.

 

Keywords: Isolated mind, Retraumatization, Enactment, Recognition.

Referencia:

Rodríguez Sutil, C. (2012). Comentario a “El tercero. Reconocimiento” de J. Benjamin. Clínica e Investigación Relacional, 6 (2): 180-186. [ISSN 1988-2939] [Recuperado de www.ceir.org.es ]

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