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EN EL CAMINO

Título original
Na putu (On the Path)
Año
Duración
100 min.
País
Bosnia y Herzegovina
Director
Jasmila Zbanic
Guión
Jasmila Zbanic
Música
Brano Jakubovic
Fotografía
Christine A. Maier
Reparto
Zrinka Cvitesic, Leon Lucev, Ermin Bravo, Mirjana Karanovic, Marija Kohn, Nina Violic, Sebastian Cavazza, Jasna Beri

Sinopsis: Luna y Amar son una joven pareja muy unida que intenta superar los obstáculos que surgen en su relación: el alcoholismo de él, la obsesión de ella por ser madre, las dificultades económicas y dos maneras distintas de entender la religión. Tras ser despedido del trabajo por su adicción a la bebida, Amar acepta un trabajo en una comunidad musulmana fundamentalista, bastante alejada de Sarajevo. Pasado cierto tiempo, Luna consigue ir a visitarlo y descubre, en medio de un paraje idílico, un mundo desconocido y lleno de rituales, donde hombres y mujeres viven completamente separados. Le ruega a Amar que vuelva a casa, pero él se opone porque en ese ambiente ha encontrado la paz y ha logrado superar su afición a la bebida. (FILMAFFINITY)

Reseña y comentario de MARIO NERVI VIDAL

Reflexiones en el camino. Una perspectiva sobre el trabajo de Jasmila Zbanic.

“Se puede vivir en el horror. Se puede.”

Francisco Umbral

La directora Bosnia, Jasmila Zbanic, nos conmueve con la película En el camino (Na putu, en el idioma original). Film que aborda los avatares en la relación de una pareja en la Sarajevo actual, donde todavía el horror pervive como un latido intangible en el contexto de las vidas de los Bosnios-Herzegovinos

Luna y Amar forman una pareja de musulmanes moderados, (como la mayor parte de la población Bosnia) que se enfrenta a diversas dificultades, la situación económica, el deseo de Luna de quedarse embarazada o el alcoholismo de Amar.

Parece que el amor de la pareja es suficiente para reconciliarse cada vez que se produce un desencuentro entre ellos, pero Amar pierde su trabajo, y esto da lugar a una serie de situaciones que podrán en jaque la capacidad de entendimiento de ambos.

Si en 2006, esta directora nos conmocionó profundamente con Grbavica, el secreto de Esma, en esta ocasión nos sumerge en la crisis de una pareja donde ante las dificultades, los caminos para superarla van a poner en evidencia lo que todavía no está resuelto respecto al trauma heredado por una de las más cruentas manifestaciones de violencia que ha vivido la humanidad, la guerra de los Balcanes.

En el camino

Tal vez uno de los primeros desafíos al que nos invita la directora es a identificar las preguntas que le guiaron en la dirección de esta película.

¿Es el amor suficiente para superar los obstáculos en el camino de la felicidad? Con esta pregunta, se promocionó la película en el año 2010, cuando salió a las pantallas.

Desde la perspectiva relacional se plantea que no es posible entender una conducta sin tener en cuenta el contexto en el que se da. Conducta y contexto es lo que configura la experiencia. Vemos como en el film, el contexto dota de un sentido mucho más profundo y conmovedor de lo esperado a las conductas en apariencia normales  de los protagonistas.

La historia de los personajes va dejando paso a la revelación de como el horror vivido en la guerra de los Balcanes determina la personalidad de los protagonistas así como los recursos que cada uno de ellos tiene para la superación de las dificultades propias de la vida.

Luna, quien en apariencia lleva una vida “tranquila” trabajando en una compañía aérea como azafata, arrastra, un sinfín de duelos, entre ellos el de sus padres. Principalmente, es la representación del silencio que elabora, que contiene el sufrimiento apoyado en la esperanza de un futuro mejor. Proviene del horror, y ha sobrevivido, por lo tanto siente que no hay dificultad que no pueda afrontar si cuenta con el apoyo de los vínculos creados con su familia y su pareja.

Amar es un excombatiente. Personaje menos elaborado, que genera antipatía en el espectador, pero no es ni más ni menos que un hombre traumatizado, con el alcoholismo, como no, como recurso para  sobrellevar el horror de la experiencia de guerra. Personalidad destrozada, imbuida en un dolor inabordable, innombrable, cuyas secuelas ahoga en el aguardiente y la música.

Amar buscara en la religión una oportunidad para sanar su identidad destrozada, solo que al precio de renunciar a su experiencia subjetiva y adentrarse en el dogma del movimiento salafista.

Es aquí cuando aparece la Defensa moral, propia de las víctimas de la violencia. Los salafistas defienden que el genocidio musulmán es el castigo de Ala por vivir de forma impía.

Esta forma de leer los acontecimientos, es un intento por recuperar la sensación de control perdida por parte de las víctimas, asumiendo que sí tuvieron algo que ver con lo que les sucedió, también tienen el poder de cambiar las cosas haciendo algo diferente. De esto se sirven los grupos extremistas para captar adeptos en sus filas.

Los abuelos de Luna, como representantes de la memoria del dolor, de la elaboración del trauma cuando no hay futuro posible, sino la lucha por sobrevivir en el presente y defender los valores universales por los que tantos dieron su vida o fueron asesinados.

El contexto, configurado a través de la historia reciente, configura las posibilidades para superar el horror de la guerra y las pérdidas que cada uno ha sufrido.

El contexto

En la película el contexto viene determinado por La Guerra de los Balcanes. Este conflicto marco un antes y un después. Las estrategias de los grupos separatistas serbios fueron tan atroces que el trauma de las pérdidas humanas está anclado al horror de los recursos empleados para el genocidio, principalmente de la población musulmana. Cabe advertir que uno de los generales responsables del Genocidio era un psiquiatra, especialista en terapia de grupo llamado Karadjic,  quien puso sus conocimientos al servicio de la maquinaria del terror, aunque el horror que sembró Ratko Miladic no es comparable al de ningún otro general separatista serbio. Fueron capaces de arrasar con campos o zonas protegidas por los cascos azules, llevándose por delante a toda la población, incluidas mujeres y niños, siguiendo las órdenes de Milosevic, mientras las cámaras de la prensa internacional televisaban en directo las ejecuciones.

Se calcula que en Bosnia Herzegovina, a pesar de durar tres años, hubo más de 100.000 víctimas entre población civil y militar y 1´8 millones de desplazados. De las víctimas civiles, el 83% correspondió a bosnios.

No es este el lugar para hacer un análisis en profundidad de la guerra de Bosnia, o del genocidio de la población musulmana, sin embargo cabe destacar que los Acuerdos de Dayton no fueron capaces de formalizar un camino para la recuperación de las heridas generadas por la guerra y actualmente en ciertas zonas de Bosnia Herzegovina, las gobernadas por la población Serbia, conviven asesinos, totalmente impunes y familiares de las víctimas.

Judith Herman, en su libro Trauma y Recuperación (2004) señala que “Si no existe alguna forma de reconocimiento y de restitución publica, todas las relaciones sociales seguirán contaminadas por la corrupta dinámica de la negación y el secretismo”.

El contexto de En el Camino es el entorno configurado por la negación y el secretismo, y esta atmósfera es el lugar donde tendrán que elaborarse los duelos de la población Bosnia, de la cual Luna, Amar y su familia forman parte.

Sabemos que hay algo más nocivo que la violencia, y es la negación de la misma, el secreto. Este silencio, cómplice del horror, es más traumático y más dañino que la acción violenta. Sea la que sea.

La Música

No es posible pasar por alto la importancia de la música y el ritmo en esta película.

Hay una marcada musicalidad, inclusive en los silencios. La musicalidad del trauma.

A lo largo de la historia de la humanidad el ser humano ha recurrido a la música para lidiar con la angustia existencial. En un artículo reciente en Clínica e Investigación Relacional, Malcom Slavin (2015) nos recordaba la máxima de Nietzche de que “El hombre necesita el arte para no morir de realidad” Ecce huomo. A mayor angustia existencial, más aguda es la necesidad del arte.

Hay experiencias vividas en la guerra que no han sido nombradas, que no han podido ser elaboradas. La música es capaz de generar el espacio necesario para que esas experiencias no validadas previamente tengan lugar. A través de las canciones o de la música compartida, muchas víctimas de conflictos bélicos han buscado encontrar el camino para dotar sus experiencias de sentido y valor.

Las canciones en la película, cortan el aire, son tan bellas como dolorosas. Es difícil, sin tener en cuenta el contexto histórico, saber cuál es la carga emocional que conllevan y a lo que están dando lugar.

La música calmada, en ocasiones a capela, en contraste con un bombardeo doloroso que todavía resuena en el alma de los protagonistas; es la música frente al olvido.

La Directora

Cuando Jasmila Zbanic tenía 17 años, los serbios separatistas, al mando de Miladic entraban a Bosnia por el norte llevando a cabo violaciones masivas en la población musulmana.

Zbanic nace en Sarajevo, en 1974. Es hija de padres Bosnios.

Accedió a la Academia de artes escénicas de Sarajevo y más tarde estudió en Estados Unidos. Es posible que parte de los años del conflicto los pasara en Estados Unidos y esto le haya permitido sobrevivir.

Cuando regresa a Bosnia, tras el conflicto, funda una asociación de artistas Deblokada, con la cual comenzó a producir principalmente cortos y documentales.

Entre sus trabajos más sobresalientes se encuentran Escenas desde la esquina, (2005), y Grbavica (2006), con la cual gano el Oso de Oro en la Berlinale de ese año.

A través de la polémica Grbavica,  Jasmila Zbanic generó debate en la sociedad Bosnia, y a partir del mismo, se resolvió reconocer a las mujeres que habían sufrido agresión sexual durante el conflicto de Bosnia como víctimas de guerra.

Comentario Final

La película es muy recomendable, tanto la que nos ha convocado en este comentario, como la estremecedora Grbavica.

Tal vez sea útil  que antes de ver la película uno piense unos momentos en la Guerra de Bosnia, y reflexione como se puede construir una sociedad sobre el horror y las lagunas de injusticia que se hallan entre sus montañas, rodeadas de silencio.

Zbanic intenta llenar el estruendoso silencio de palabras, dotar de sentido a lo vivido facilitando así su elaboración, no desde la reivindicación airada, sino desde el necesario y cálido reconocimiento, entendido éste, como agente terapéutico reparador de la experiencia.

Bibliografía

Herman, J. L. (2004): Trauma y recuperación. Cómo superar las consecuencias de la violencia. Madrid. Espasa

Slavin, M. O. (2015). “Necesitamos Arte para así no Morir de la Verdad”. Una Perspectiva Existencial-Adaptativa del Arte, la   Música y la Psicoterapia. Clínica e Investigación Relacional, 9(3): 595-616. [ISSN 1988-2939] [Recuperado de www.ceir.org.es]


 

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