Clinica e Investigación Relacional

Solo uno mismo puede conocerse o ¿De quién es el Inconsciente? (Anthony Bass). 

Resumen:



Este ensayo explora la en ocasiones extraña cualidad de la experiencia inconsciente y de la comunicación inconsciente que a menudo caracteriza la vida en relaciones psicoanalíticas. Tal como Ferenczi destacó hace unos 70 años, la relación psicoanalítica puede “promover de manera significativa el desarrollo de manifestaciones de receptividad más sutiles”. Se exploran las cualidades especiales de la receptividad inconsciente, así como los intensos puntos de contacto en la relación psicoanalítica, consultando la historia de las ideas psicoanalíticas (p.e. Freud, Ferenczi, Singer, Loewald, Symington), y los descubrimientos hechos en otros campos tales como la ciencia cuántica moderna. Se exponen viñetas clínicas para ilustrar este fenómeno.

Palabras clave: Psicoanálisis Relacional, Comunicación Inconsciente, Relación Psicoanalítica, Inconsciente, Comunicación Telepática.

Abstract:



This essay explores the sometimes uncanny quality of unconscious experience and unconscious communication that often characterizes life in psychoanalytic relationships. As Ferenczi noted some 70 years ago, the psychoanalytic relationship may “significantly promote the development of subtler manifestations of receptivity.” Special qualities of unconscious receptivity and deep points of contact in the psychoanalytic relationship are explored, with reference to the history of psychoanalytic ideas (e.g., Freud, Ferenczi, Singer, Loewald, Symington) and to findings from other fields such as contemporary quantum science. Clinical vignettes are provided to illustrate such phenomena.

Keywords: Anthony Bass, inconscient comunication,psichoanalitic relationship.

Referencia:

Bass, A. (2009). Sólo uno mismo puede conocerse, o ¿De quién es el Inconsciente?. Clínica e Investigación Relacional, 3 (3): 481-494.

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Comentarios

# Administrador psicoterapiarelacional
sábado, 17 de octubre de 2009 13:53
Este trabajo invita a leer el debate que provocó en 2001, cuando fue publicado en Psychoanalytic Dialogues. Las interrogantes que plantea y los nexos con la física cuántica abren al lector a muchas preguntas sobre la experiencia de la clínica y de la comunicación humana en general.
# ANA RODRIGUEZ GONZALO
jueves, 26 de noviembre de 2009 20:09
“Solo uno mismo puede conocerse”, dicho así lo primero que me ha venido a la cabeza es si uno a sí mismo se conoce o llega a conocerse – a tener un conocimiento profundo de su ser-, pensaba también si uno alcanza el conocimiento de uno mismo desde la individualidad o desde la interacción con los otros, desde la imagen que de nosotros mismos nos devuelven otros. Son muchas las situaciones nuevas que nos muestran un aspecto nuestro previamente desconocido, que incluso nos sorprende llegando a pensar que esa faceta revelada no se corresponde con nuestra “forma” habitual. Pero, ¿podríamos conocernos reflexionando sobre nosotros mismos desde la individualidad? Seguramente no. Son las situaciones de relación las que nos permiten acercarnos a nuestro propio conocimiento. Lo siguiente sería plantear, el papel que juega el inconsciente en nuestro conocer.

Me ha gustado la mención que hace Freud del inconsciente como un instrumento de escucha de alta sensibilidad. Si no fuéramos seres sociales, ¿existiría el inconsciente? ¿Tendría sentido hablar o pensar de esta estructura como elemento mediador de conocimiento no explícito? Es bonito pensar que hay algo que va más allá de las palabras que nos permita establecer un tipo de vínculo especial con el otro –en particular el vínculo terapéutico-, a través del cual captamos estados y emociones en el otro, permitiéndonos conocernos. Como Ferenczi señala “diálogo del inconsciente”, dejando poca cabida a los “secretos” entre el paciente y el terapeuta….pensaba, de nuevo, en la imposibilidad de ser neutral frente al paciente….y pensaba también si el paciente notaría si guardas algún “secreto” hacia él…pero que sentido tiene tener algo oculto -en lo que a la relación terapéutica se refiere-, sería como poner barreras, impedimentos a la resolución de la transferencia. El cómo y en qué momento lo abordas es otra cuestión.

Cuando Symington menciona que el agente esencial del cambio es el acto interior del analista, el cual percibe el paciente dando lugar al cambio, me sugiere pensar en la importancia de la relación terapéutica. Pensaba en el eclecticismo, ¿da igual a que corriente psicológica te adhieras? ¿Puedes practicar una u otra técnica sin influir en el resultado final porque lo más importante sea otra cosa? De hecho cuando he tenido que decidir bajo que corriente podía basar mi formación como terapeuta, he dudado entre líneas sistémicas y esta, y finalmente lo que me llevó a tomar la decisión fue pensar en lo importante que era para mí, no el aprender que pasos llevaba el realizar una desensibilización sistemática –por ejemplo, algo que podía leer en un libro-, sino como aprender a establecer una buena relación con el paciente, como manejar una situación clínica con otra persona o personas, como conocerme mejor para poder acompañar a otros….creo que en eso he acertado con la elección. Procesar la experiencia inconsciente para provocar la conciencia psicológica y el cambio!!! Me gusta esa frase. Es como entrar en una simbiosis con el paciente para poder ver lo que no se ve a simple vista.

Tal vez es más fácil llegar al otro desde lo no verbal, dado que en lo contrario entra en juego lo explícito, el tomar conciencia de las cosas, a lo que no siempre estamos acostumbrados ni preparados. Pero también es adaptativo no tener que ponerle nombre a las cosas que vivimos, experimentamos o aprendemos a lo largo de nuestro desarrollo, a veces supone un ahorro de tiempo, te evita, además caer en la malinterpretación de lo manifestado. Esto es más fácil con los niños o con los ancianos –algo demenciados-, te aproximas desde lo no verbal –posiblemente porque su capacidad de procesar la información no sea la misma-, te comunicas con el juego, la danza, la música…con los afectos y sin embargo esto cambia con los adultos…, es curioso si piensas que la relación terapéutica la estableces desde lo no consciente, no?. Supongo que con los adultos utilizas lo verbal como medio, no como fín, y acompañado además por otras cosas.




# teresa martinez
sábado, 25 de diciembre de 2010 20:08
Lo primero en lo que me ha hecho reflexionar la lectura ha sido en el diálogo terapéutico entre lo privado y lo público, entre lo que se pone de manifiesto en la comunicación verbal y lo que queda implícito en ella, el cómo se dice…que en muchas ocasiones habla mucho más de nosotros mismos… lo que se dice es de algún modo lo que nuestro “yo” está capacitado para expresar, pero lo oculto de nosotros mismos no permanece tan oculto si se sabe leer entre líneas, asoma de forma misteriosa y el otro es capaz de captarlo en muchas ocasiones. Nos define lo que decimos y hacemos y lo que no, la persona es mucho más de lo que se ve a simple vista, y el trabajo terapéutico consiste en extraer la experiencia inconsciente.
La atención flotante: este concepto me revela algunas cosas, como que es una actitud que ha de tener el terapeuta para poder captar el inconsciente que se mantiene oculto, pero a la vez según mi punto de vista es peligro ya que podemos caer en la trampa de analizar exhaustivamente incluso cuando son situaciones sin “patología”. Este principio del análisis se complementa con el de asociación libre del paciente.
“Captar el inconsciente del paciente a través del suyo propio”_ esto me ha hecho reflexionar acerca de la idea de que el terapeuta se “revela” , se expone, se descubre…
Freud proponía una análisis unidireccional y Ferenzci propone un diálogo entre inconscientes lo que para mi supone la energía necesaria para que se de la transferencia y la contratransferencia.
Me parece muy sabio por parte de Ferenzci el hecho de proponer la reflexión terapéutica en función de la pregunta ¿qué es del paciente y qué es mío? No estoy de acuerdo con el hecho de que todo lo que deposite el paciente en el analista sea un producto transferencial, el paciente también puede sentir cosas “reales y actuales” en el proceso terapéutico proporcionado por el analista. Al paciente también le llegan cosas del terapeuta ¿cómo le llegan? ¿cómo le resuenan? Eso es lo que hay que trabajar…me ha parecido muy interesante la idea de que en el proceso terapéutico se crea, se define y se incorpora (una vida a la otra) , el terapeuta deja de ser un simple espejo para ser algo que puede utilizar el paciente para definirse, crearse y de alguna manera reinventarse, de una forma nueva…
No he comprendido muy bien lo que quiere decir exactamente la frase de “el acto interno de libertad del analista es el causante del cambio terapéutico”.
Conecto mucho con la idea del apego sostenedor, con el cuidado y proporcionar sentimientos de valía al paciente y seguridad.
Me he encantado la idea de que para encontrar al paciente hay que buscarle dentro de nosotros mismos”.. es como un actor que para conectar con su personaje debe buscar dentro de él los sentimientos que le hagan “reconocer” a tal personaje para vivirlo en profundidad.
Otra de las frases que me ha sorprendido y hecho reflexionar es “ permanece atento a aquello que surge en ti y sitúalo por encima de lo que observas de ti”, lo que surge de nuestra casa interior es aquello que nos habla de nosotros mismos, es lo que nos da el camino y los pasos para saber la dirección ; muchas veces lo que observamos de nosotros mismo no son mas de juicios, no siempre pero en muchas ocasiones, es mucho mas genuino lo que está en lo que surge y no en lo que observamos…
Las relaciones que se exponen en la lectura acerca de la física me ha hecho reflexionar sobre lo unitario y lo fragmentario, sobre la integración. En el proceso terapéutico es la unidad original la que está en proceso de ser restaurada por la internalización, la incorporación y la identificación.

“hay un campo fundamental de plenitud integra subyacente a nuestro mundo percibido de separación y fragmentación”. Esta idea es reconfortante de alguna manera y a la vez, esperanzadora de poder recuperar esa plenitud que también habita en nosotros y no sólo lo dañado sino también es recuperable lo sanado de alguna forma en las profundidades de nuestras experiencias inconscientes.
El mundo de los inconscientes nos une, nos comunica, nos conecta y de alguna forma mágica nos relaciona y nos resonamos unos con otros.



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